martes, mayo 22, 2007

Cenicienta

Nadie dijo, Cenicienta,
que la vida fuera un cuento
y que nunca el firmamento
presagiaría tormenta.

Yo, sin tener sangre azul,
quise ponerte el zapato
pero tus ojos de gato
guardaban en un baúl

el corazón verdadero
que, a un príncipe reservado,
latía por el cuidado
y el beso del heredero.

Ahora que no tengo orgullo
ni ilusión, ni voz, ni gana,
que un día dura una semana
y lo mío ya no es tuyo...

Ahora que cada vez más
colorín es colorado,
yo escoro hacia el otro lado
de un infierno gris de gas.

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