sábado, agosto 29, 2009

Sin ti

I
Más solo que el primero de la fila
más sucio que la espada de Nerón
más en vilo que el pelo de Sansón
rendido a la tijera de Dalila
más flaco que la raspa de una anguila
más turbio que una araña de Redon
más pobre que este pobre corazón
más perdido que el karma de Godzilla
más hosco que el grillete de Espartaco
más feo que el marqués de Bradomín
más mustio que el capote de Chamaco
más rengo que un central de futbolín
más harto que quien sale a por tabaco
y nunca ha de volver con el botín.

II
Más tocado que el cielo que te toca
más hundido que el barco de Errol Flynn
más vivo que el charango de Comín
muriendo en cada puerto de tu boca
más loco que quien mal te vuelve loca
más húmedo que el mar de Little Jim
más nadie que Silvestre sin Piolín
más reo que del boquete la broca
más huero que el cerebro de un chanquete
más clueco que el sentir de una gallina
más triste que amarraco por pedrete
más fatuo que el ardor de una ursulina
asomada al Despierta de Negrete
así estoy yo sin ti (como Sabina)


martes, agosto 25, 2009

Cenicienta

¿Qué no darte que darte yo quisiera?
si apenas tengo mío el esqueleto
asomado al balcón de este careto
donde pugna el necio con la fiera.

¿Qué negarte? si hacerlo es ir negando
mi propia voluntad, mi propio instinto,
cada beso -a cada beso distinto-
y el sol que te traigo de contrabando.

Todo es para ti: mi mundo entero,
la tierra, el agua, el aire y el fuego,
el tiempo inexorable en que te espero,
la carroza, el aroma del espliego,
el zapato de cristal y hasta el suero
que anima el desconsuelo de mi riego.



sábado, agosto 15, 2009

Toda la mar por delante

I

Pluma en ristre me embarco a la aventura
de navegar contigo sin hundirme
anémico de genio y de figura
y ahíto de encallar en tierra firme.

Izando velas hacia nuestro cielo
desafiando a los vientos de la suerte
las olas arrostrando a contrapelo
batiéndonos el cobre con la muerte.

Así al cabo del destino aún resuena
ese tango tan gaucho y tan porteño
a la luz de la luna de mi pena
y aunque el mar con desdén me frunza el ceño
mamé de mis naufragios en la arena
que lo más grande está en lo más pequeño.

II

Navega sin temor, velero mío,
que nos tiende sus brazos la bonanza
y la isla que vigila este amorío
se deja ver ya por la lontananza.

Nos guía el vuelo de una estrella errante
que con tus ojos suma tres luceros,
al frente toda la mar por delante
juez y parte de días venideros.

La sal cicatrizando la sutura
que impone como un pérfido estilete
el zigzagueo de esta singladura,
excitado el timón, gravoso el flete,
el gran azul me enseña sin premura
el arte vitalicio del grumete.










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